Ya he terminado «La conciencia inexplicada» de Juan Arana. Tenía el libro físicamente y lo he terminado en iBook. La conciencia nunca será encontrada por la ciencia física pues no tiene sustancia en contra de lo que creen neuro fisiólogos en inteligencia artificial que pretende replicarla. un repaso critico a todas esas corrientes.
¿Constituye la suma de conciencia y cuerpo, tal como acaban de ser definidos, la sustancia total del hombre? No veo razón alguna para asegurarlo. Ambos elementos resultan de operaciones de selección tan distintas, que no tienen por qué agotar todo el ser que ha pasado por ambos filtros. Lo único seguro es que el cuerpo es una suma de necesidad positiva y negativa (azar benigno). El azar salvaje no es naturalizable ni por tanto cuerpo. Tampoco tiene nada que ver con la conciencia. He aquí un posible tercer elemento. Que haya o no otros escapa por completo a mi discernimiento.
conciencia alude a la dimensión autotransparente de la vida psíquica, en virtud de la cual el sujeto pensante se convierte en espectador activo de sí mismo, lo que le da pie a verse como protagonista y responsable de sus actos
la conciencia más que una cosa es un proceso, un proceso muy peculiar, que se parece un poco al vuelo de un ave obligada a posarse, pero que siente una invencible repulsión a identificarse con los lugares en los que se posa
mientras somos conscientes nos damos cuenta de parte de lo que nos pasa. Si tenemos curiosidad y adquirimos cultura científica sabremos de muchas leyes que pueden explicarlo casi todo43, pero nunca el fino matiz del «darse cuenta» (si fuera metafísico añadiría quizá: «del darse cuenta en cuanto darse cuenta
nos movemos en una posición intermedia entre no dos, sino tres extremos: 0, 1 e infinito. El cero se asigna al materialismo eliminatorio. Sería lo más cómodo de todo, pero aun suponiendo que afirme la verdad, ciertas disfunciones materiales hacen que algunos cerebros crean poseer lo que no tienen. En el uno se encuentran más de los que espontáneamente pensaríamos: en primer lugar los solipsistas, que con seguridad forman el colectivo más ferozmente insolidario de todos. En segundo, los que afirman que tan solo existe una sustancia, al modo de Spinoza. En tercero, los que mantienen que todos los yos finitos o particulares se integran y colapsan en un solo yo. Aquí hallamos de nuevo al ya mentado Schrödinger, quien asegura que cada cerebro o estructura asimilada es una ventanita por la que se asoma al mundo el yo único y pleno. Según él, «yo» es una noción que nunca debiera flexionarse en plural, pecado que he cometido en este mismo párrafo
La única alternativa posible es sencillamente la de atenerse a la experiencia inmediata de que la conciencia es un singular del que se desconoce el plural; que existe una sola cosa y que lo que parece una pluralidad no es más que una serie de aspectos diferentes de esa misma cosa, originados por una quimera (Schrödinger, 1986: 121). El principal motivo por el que rechazo esta
la conciencia tiene unidad pero no es sustancia. Si retornamos al uso aristotélico la conciencia puede muy bien ser una parte, propiedad o dimensión de las sustancias que, como el hombre, la tengan. Cómo pueda ser algo a la vez uno y parte es un interesante enigma metafísico que no considero indispensable resolver en persona
Como creo que la conciencia no es algo físico, tendré que rechazar la atribución de cualquiera propiedad física relacionada con la búsqueda de leyes naturales
no sostengo que cuerpo y conciencia remitan a realidades disjuntas, sino a una misma realidad abstraída a partir de dos criterios diferentes (sometimiento a la legalidad natural y autotransparencia), criterios que no se dejan reducir uno a otro, aunque tampoco supone el primero la simple negación del segundo, ni agotan necesariamente entre ambos las posibilidades existenciales de la realidad abstraída
La realidad «hombre» no tiene por qué ser identificada con la simple suma de cuerpo más conciencia, ni que la parte de la realidad humana que conceptualmente separamos al considerar su conciencia no tenga nada que ver con la parte corpórea. En términos lógicos podría expresarse diciendo que el conjunto intersección entre conciencia y cuerpo no tienen por qué estar vacío. Hay aspectos de la conciencia (sobre todo de su inserción en el cosmos a través del ser humano que habita) que muy bien pueden ser corpóreos (esto es, sometidos a la legalidad natural) aunque la constitución de la relación sujeto-objeto (esto es, el surgimiento de un espacio interior de representación autotransparente) en modo alguno es explicable por la ciencia natural ni cualquier otro instrumento cognitivo, pues al fin y al cabo todos estos resultan de ella.
La conciencia y el resto de lo que constituye la realidad del hombre (cuerpo, organismo, o lo que sea) no se relacionan entre sí como dos sustancias diferentes, sino como aspectos o dimensiones de una realidad única
«conciencia» no quiere decir alma, espíritu ni cualquier otra noción parecida, aunque tenga rasgos que la aproximan a ellas, sino, de modo paralelo, aquellos aspectos de la realidad humana que conseguimos atrapar cuando prescindimos de todo lo que no sea el mundo interior de representaciones autotransparentes. No veo problema alguno para que ambas cosas correspondan a una única sustancia, ni que estén estrechísimamente abrazadas y conectadas a través de múltiples lazos