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¡corres! ¡Huyes!
¿De qué? ¿de quién?
Crees salvarte y te pierdes.
Crees perderte y te encuentras.
Condena eterna, de fuga inconsciente.
Pero la piedra sigue ahí.
Justo ahí. Delante o arrastrada.
Tu eres tu piedra.
No huyas cobarde insensato.
Pues quién se va siempre llega.
Haz de tu piedra un recuerdo
finamente tallado esculpido
del blanco pasar del tiempo
que encanecerá tus sombras.
Nada sale de la nada.
No podras crearte de nuevo.
Todo vibra de recuerdo,
asúmete en lo vivido
y luego… si lo quemas…
en paz calmada
o en llorosa furia,
renacerá cual fénix.
No podrás evitarlo.